De todos los países que he visitado o en los que he vivido, hay uno que ha mantenido su lugar en el primer puesto desde el instante en que pisé su suelo: Japón. Este país, con una cultura milenaria llena de secretos y maravillas, ofrece destinos increíbles más allá de sus famosas urbes como Tokio, Osaka y Fukuoka, cada una con su propio encanto. Así que hoy los invito acompañarme en una visita a Nishinomiya.
En esta ocasión, tuve la suerte de pasar la mayor parte de mi tiempo en Nishinomiya, una ciudad ubicada en la región de Kansai, entre Osaka y Kobe. ¿La razón? Un gran amigo desde mis días en la universidad en Nueva York, nacido y criado en Nishinomiya, me invitó a celebrar mi cumpleaños en su casa, un edificio de 4 pisos con una barbería en su primer piso, muy tradicional que su familia ha dirigido por tres generaciones, su madre vive en el segundo, y el junto a esposa e hijos en el tercer y cuarto piso. Y no había mejor momento para estar en Japón que en primavera, en plena temporada de sakuras.
Nishinomiya, en el sureste de la prefectura de Hyōgo, es un lugar fascinante por su ubicación entre las ciudades de Kobe y Osaka y su acceso a la pintoresca bahía de Osaka. Al este, limita con Amagasaki, Itami y Takarazuka, ciudades rodeadas de los ríos Mukogawa y Nigawa, que ofrecen paisajes naturales perfectos para quienes buscan actividades al aire libre. Al norte, las majestuosas montañas Rokkō crean un límite montañoso que invita a excursiones, senderismo y vistas espectaculares. Este enclave convierte a Nishinomiya en un punto de conexión cultural y económico entre Kobe y Osaka, mezclando naturaleza con urbanismo de una forma única.
La ciudad es reconocida por su vibrante vida cultural y sus tradiciones. Uno de los eventos imperdibles es el Tōka Ebisu, un festival celebrado en enero en el famoso santuario Nishinomiya Jinja, dedicado a Ebisu, el dios de la prosperidad y los negocios. Miles de personas acuden para buscar buena fortuna para el nuevo año y llevarse amuletos de buena suerte. Nishinomiya también alberga el estadio Hanshin Koshien, emblemático para los fanáticos del béisbol, donde cada verano tiene lugar el prestigioso torneo de béisbol de secundaria, un evento que simboliza la dedicación y el esfuerzo en la cultura japonesa. Y, gracias a su cercanía a la bahía de Osaka, la ciudad es también un paraíso culinario, conocido por sus exquisitos platos de mariscos frescos. Nishinomiya es, sin duda, un lugar donde tradición y modernidad se encuentran en perfecta armonía.
Tomamos el Shinkansen desde Tokio en una fresca mañana, rumbo a Osaka, para un viaje de unas 3 horas a una impresionante velocidad promedio de 280 km/h. Estar en Japón y no subirse a su famoso tren bala es perderse una de las experiencias más icónicas del país. El trayecto es tan suave que apenas notas la rapidez con la que avanzas; ni vibraciones ni saltos que suelen sentirse en otros trenes de Europa o Estados Unidos. La magia del viaje incluye vistas panorámicas de zonas rurales, que se entrelazan con las modernas ciudades japonesas por las que se desliza el tren. Pero el momento cumbre llega cuando aparece el majestuoso Monte Fuji en el horizonte, elevándose sobre el paisaje como un guardián eterno. Si tienes suerte y el cielo está despejado, verás su silueta perfecta, una vista inolvidable que planeamos cuidadosamente al salir temprano, buscando el mejor momento para admirar este símbolo de Japón. El Monte Fuji siempre me trae recuerdos de infancia, cuando volvía del colegio y me sumergía en las emocionantes aventuras de Mazinger Z, con el Fuji en el fondo, como un amigo lejano y constante.
Al llegar a Osaka, nos sumergimos en el bullicio de la estación, listos para encontrar nuestro próximo tren que nos llevaría a Nishinomiya. Subimos al tren regional que sigue la línea principal de Okaido, que va hasta Kobe y se detiene en diversas estaciones, incluida la nuestra. Observamos el vibrante paisaje urbano mientras avanzábamos, notando cada parada que nos acercaba más a nuestro destino. Al llegar finalmente a Nishinomiya, encontramos a mi amigo esperándonos en la estación, sonriente y listo para llevarnos a su casa. La emoción por el reencuentro y la promesa de un delicioso almuerzo cerraban la bienvenida perfecta a esta aventura japonesa, abriendo las puertas a una nueva aventura.
En el camino hacia la casa, me sentía completamente absorbido por todo lo que veía desde el carro. Las calles y edificios parecían contar historias propias, mientras escuchaba atentamente a mi amigo compartir sus anécdotas desde la última vez que nos vimos. Lo que más me sorprendió fue que, aunque era una ciudad pequeña, irradiaba la energía de una gran metrópolis: una fascinante mezcla de tradición y modernidad. Las angostas callejuelas contrastaban con las amplias autovías de tres y cuatro carriles, elevadas sobre el bullicio urbano. A cada esquina, descubríamos algo nuevo, desde tiendas locales hasta restaurantes llenos de comensales esperando turno, típico de la hora del almuerzo en Japón.
Finalmente llegamos a la casa, donde su madre, su esposa y sus dos hijas nos recibieron con una cálida bienvenida. Tras los saludos, nos mostraron nuestra habitación antes de dirigirnos a la mesa para compartir nuestra primera comida en la ciudad. Nos sirvieron arroz, una fresca ensalada, pollo en curry y té verde, una comida casera preparada con dedicación y un verdadero gusto para el paladar, que nos hizo sentir en casa desde el primer bocado.
Después de un almuerzo delicioso y una charla animada en la mesa, nos invitaron a recorrer el resto de la casa, mostrándonos hasta la barbería familiar. Más tarde, decidimos caminar por el vecindario, explorando las calles y observando el ritmo de vida del barrio. Nos deteníamos a cada momento frente a las vitrinas, donde los artículos cotidianos cobraban un encanto especial por estar en un idioma completamente distinto, haciéndolo una experiencia entretenida y cautivadora.
Al anochecer, nos llevaron a una tienda única, casi de cinco pisos y con un nombre que no pasaba desapercibido. Sin saberlo en ese momento, esta tienda se convertiría en una de mis favoritas: Don Quijote. Este lugar es como un Walmart japonés, pero con un toque especial: puedes encontrar absolutamente de todo, desde un simple lápiz hasta bolsos originales de Gucci, LV o Prada, ¡y a precios sorprendentemente bajos! Durante mi estadía en el país, visitamos varias sucursales en distintas ciudades. Incluso tienen tiendas en California y Hawái, llevándose un pedacito de Japón a Estados Unidos.
Al día siguiente, tras un reparador descanso, nos dirigimos al encantador Kitayama Botanical Garden, un lugar que rebosa naturaleza en cada rincón. Este maravilloso jardín botánico destaca por su amplia variedad de plantas autóctonas y una impactante vista de los cerezos en flor que comienzan a teñirse de rosa. Si estás en la zona, no puedes perder la oportunidad de visitarlo. Al acercarse el mediodía, el ambiente se llena de vida mientras familias y trabajadores de los alrededores acuden al jardín para almorzar. Bajo la sombra de los árboles, muchos disfrutan de un tranquilo picnic, tomándose un merecido respiro en medio de la serenidad de este oasis antes de retomar sus actividades cotidianas.
Al salir fuimos en búsqueda de algún restaurant para almorzar, y que mejor escoga que unos de los tantos restaurantes del local ramen, conocido como uno de los mejores de la región de Kansai y mas degustados del país.
Si visitas Nishinomiya, es imposible que te pierdas el legendario Koshien Stadium. Este icónico estadio de béisbol, uno de los más tradicionales y prestigiosos de Japón, es el epicentro de emociones que van desde electrizantes competencias colegiales hasta vibrantes encuentros profesionales.
Tuve la suerte de que el hermano de un amigo me invitara a vivir un juego allí, y puedo decir que fue una experiencia simplemente inolvidable. He disfrutado de partidos de béisbol profesional en Estados Unidos y Venezuela, pero nada, absolutamente nada, se compara con la pasión y energía que se vive en el Koshien. Desde el rugir de la multitud hasta la impecable organización, cada instante queda grabado en la memoria. ¡Es un lugar donde el béisbol trasciende el deporte para convertirse en un espectáculo cultural único!
Mientras exploras la ciudad, no puedes dejar pasar la oportunidad de visitar Osaka, la segunda metrópoli más grande de Japón. Este vibrante destino combina historia, cultura y modernidad en cada rincón, desde sus emblemáticos castillos hasta sus calles llenas de vida y tecnología. Además, ciudades como Nara, Kobe y Kyoto están a un corto trayecto en tren desde Nishinomiya, ofreciendo experiencias inolvidables que te permitirán descubrir templos milenarios, exquisita gastronomía y paisajes únicos. Estas ciudades son verdaderas joyas que no pueden faltar en tu itinerario.
En mi caso, tengo la suerte de contar con amigos en Japón, una ventaja invaluable que me ha permitido explorar el país desde una perspectiva más auténtica. Gracias a ellos, he descubierto rincones y tradiciones que van más allá de las típicas rutas turísticas. Este vínculo me ha ayudado a comprender mejor su fascinante cultura y a apreciar la riqueza de Japón en toda su profundidad, algo que siempre llevaré conmigo. Si tienes la oportunidad de conectar con locales durante tu viaje, ¡hazlo! Te abrirá puertas a una experiencia mucho más enriquecedora y memorable.
No podría haber elegido un lugar más perfecto para celebrar mi cumpleaños que Nishinomiya. Esta encantadora ciudad, situada fuera de las rutas turísticas convencionales de Japón, esconde una variedad de lugares increíbles que esperan ser descubiertos. Desde sus serenos parques hasta sus animados mercados locales, Nishinomiya me ofreció una experiencia auténtica y memorable, lejos del bullicio de las grandes ciudades. Cada rincón de la ciudad parecía contar una historia, desde la arquitectura tradicional hasta los modernos espacios de recreo, creando un ambiente único y acogedor.
Sin embargo, mi tiempo en Nishinomiya ha llegado a su fin y es hora de continuar mi aventura hacia el sur del país, rumbo a Fukuoka. En esta vibrante metrópoli me espera un gran amigo con quien planeo seguir las celebraciones y explorar juntos las maravillas que Fukuoka tiene para ofrecer. La emoción de reunirme y compartir nuevos momentos hace que este próximo tramo del viaje sea aún más especial.
Por supuesto, no puedo dejar de hacer una parada en Hiroshima, una de las ciudades más emblemáticas del mundo, conocida por su profunda y trágica historia durante la Segunda Guerra Mundial. Visitar Hiroshima ha sido una experiencia conmovedora que me ha dejado reflexionando sobre la paz y la resiliencia humana. Aunque hoy me enfoco en mi estancia en Nishinomiya y en los planes hacia Fukuoka, las historias y vivencias en Hiroshima y Fukuoka las compartiré en otra ocasión. Este viaje no solo ha sido una celebración personal, sino también una enriquecedora travesía cultural que me ha permitido apreciar aún más la diversidad y belleza de Japón.